Potimusa, los textos gaditanos de Carlos Edmundo de Ory

El día 4 de julio se presentó en la 37 Feria del Libro de Cádiz Potimusa, un libro editado por el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Cádiz con el que pretendemos dar a conocer una amplia selección de textos del poeta en los que Cádiz tiene una presencia destacada como elemento inspirador. El libro, publicado con motivo del centenario del autor, está construido con imágenes del archivo de la Fundación Carlos Edmundo de Ory, el diseño lo hizo Maripi Rodríguez y la selección es de Salvador García. En el acto participaron Laure Lachéroy, viuda del poeta, y la profesora de la Universidad de Cádiz, Ana Sofía Pérez-Bustamante.

«Y, SOBRE TODO, DEL MAR»

El origen de su vida y de su poesía era el mar. Carlos Edmundo de Ory lo repitió una y otra vez, de mil maneras distintas: «Tomé asiento en la costa de mis días primevos y empezaron las olas a sonar en mi ser». Escribió Octavio Paz que la poesía moderna busca fundarse en un principio anterior a la modernidad y antagónico a ella, «es el Adán de William Blake, el sueño de Jean-Paul, la analogía de Novalis, la infancia de Wordsworth» y, añadimos nosotros, el mar de Ory. Las palabras mar, sur y Cádiz se confunden, se disfrazan o se intercambian en su versos dibujando un campo semántico sin fronteras delimitadas. Esa evocación de la ciudad natal estará presente en toda la trayectoria de un poeta que con vocación de extranjería, errancia y un profundo amor por el mundo se permitió la aparente contradicción de reivindicar su cuna: «La prefiero sobre todas las ciudades, y no por haber nacido en ella, sino por cómo es».

Este signo determina su poesía y su biografía en las tres fases en que él mismo las dividió: formatio (Cádiz), reformatio (Madrid) y transformatio (Francia). Su relación con Cádiz cambiaría a lo largo del tiempo, esto puede verse en su Diario, en algunos de sus relatos, en el libro póstumo La memoria amorosa (Visor, 2011) o en sus poemas. Por supuesto, donde mejor se estudia es en la biografía de José Manuel García Gil, Prender con keroseno el pasado (Fundación José Manuel Lara, 2018). Toda esa bibliografía ha servido para dar forma al libro, pero para la selección de contenidos ha sido fundamental el juego. No hay otro modo de llegar a Ory. Si quieres invocar su espíritu, tendrás que jugar.

Uno de los juegos que Ory hacía con amigos era la habitación vacía, lo cuenta Juan Vicente Piqueras en el poema homónimo. En este libro, ideamos cinco habitaciones vacías que había que llenar con sus distintas evocaciones gaditanas. La primera debía contener aquello que hablase de Cádiz antes de Ory. Ahí entraba principalmente «Potimusa», texto que da título al libro y en el que se hace un repaso por los distintos nombres que ha tenido la ciudad a lo largo de la historia y por algunas de las referencias que de ella se hacen en la literatura universal. La segunda habitación (cuando era niño me metieron en una familia) estaba destinada a su infancia y adolescencia gaditanas.  La tercera (nunca olvido las calles del mar), a la evocación de Cádiz desde sus diversos exilios: Madrid, Francia, Perú. La cuarta (Dios mío, dame Cádiz), al reencuentro con la ciudad a través de los integrantes del grupo Marejada a partir de 1971, con el pregón del Carnaval de Cádiz en 1983 como uno de los momentos más significativos. La quinta y última habitación (todavía cuelgan algas de mis huesos) está dedicada a la mirada del anciano, que es un retorno a la infancia, a la relación con su padre, el poeta Eduardo de Ory, y a la casa de la Alameda. 

Este libro no es un libro concebido por Carlos Edmundo de Ory ni tampoco una antología. Es un collage. Su contenido salió del legado del poeta que se conserva en la biblioteca de su Fundación y que está, como él quiso, en su Cádiz natal. La técnica del collage consiste en combinar distintos elementos, en principio independientes, en una obra que consiga sugerir nuevos significados. Cada lector de Ory habría hecho su selección de un modo distinto, porque el libro se ha construido siguiendo la intuición de las personas que hemos estado involucradas en el proceso. En algunos casos, la referencia no es clara por el carácter onírico del texto. Es una manera de tender puentes entre la geografía física y la del sueño, tan importante para el poeta.

La evocación de Cádiz que hizo Ory, que no es sino una manera de amarla, mantiene ciertas constantes que le dan su sentido unitario a estas páginas. Es la percepción de una ciudad a través de una sensibilidad y una experiencia concreta que, consideramos, merece la pena pasar al imaginario colectivo. Es el modo que tiene de crecer esta ciudad pequeña, rodeada de mar, pero de palabras infinitas que consiguen que el asombro en Cádiz no termine nunca. En una entrada de su Diario, el poeta escribe: «Mi poesía es de Cádiz, es decir, del mundo, de América y, sobre todo, del mar». Ese es el Cádiz que amamos.

 

Salvador García Fernández

(Prólogo de Potimusa)